El ritmo de vida y las presiones del entorno en el que vivimos desencadenan respuestas en nuestra psique que pueden resultarnos perjudiciales. Nuestro cuerpo, muy a menudo, nos avisa de que ya no puede más con síntomas físicos: taquicardia, mareos, dolores de cabeza, hormigueo, etc y/o sensaciones de angustia.
¿Siente la necesidad de aislarse, de hablar constantemente de lo mal que se siente? ¿Se siente poco escuchado y entendido? ¿Siente que intenta comunicarse y que no le entienden?
Estos síntomas y estas percepciones son las consecuencias de nuestra adaptación al ritmo de vida actual.
Contemplamos a la persona desde el punto de vista de la globalidad, nos interesa su equilibrio bio-psico-social, que le permitirá adaptarse a nivel personal, familiar, social y profesional.
Trabajamos para lograr la evolución personal en base a los conflictos y objetivos que trae consigo el paciente.